jueves, 19 de mayo de 2011

El Barroco abarca desde el año 1600 hasta el año 1750. Es una época en la cual la influyente Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma protestante.
El Barroco sería el arte de la Contrarreforma, por ende, no se podían introducir en las representaciones de escenas religiosas o sagradas personajes que no lo fueran. La iglesia católica prohibió la representación de la desnudez o de escenas impúdicas y escandalosas.
Pero el arte barroco no es sólo un arte religioso. También constituye la expresión de la sensibilidad de un siglo duro, dramático, intenso y atormentado, en el que la vida tiene escaso valor debido a la muerte temprana, a la muerte violenta, a la muerte multitudinaria. Por eso la vida se ama y se vive con intensidad y con pasión, se intenta gustar de toda clase de sensaciones y placeres, se goza de la naturaleza y del movimiento, del color y de la luz, de los materiales suntuosos, del oro y del mármol veteado.
En las artes plásticas el Barroco era también un arte que intentaba imitar al teatro por lo que tenía de fugaz, de efímero, de ilusorio; era un arte de espectáculo y ostentación. Arquitectos y escultores trataban de recomponer en la piedra, el mármol o el estuco, los decorados y los movimientos escénicos propios del arte dramático. Su correspondencia en la literatura confirma el gusto de la época por los efectos espectaculares, por la plasmación de los movimientos más fugaces, como el vuelo de las vestiduras, por los momentos de extrema tensión mística, como los éxtasis.

El paso del mar rojo

Autor: Nicolas Poussin.
Fecha: 1633-36.
Expuesto en: Galería Nacional de Victoria en Melbourne, Australia.
Características: 154 x 210 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

El cuadro narra el conocido pasaje del Éxodo en que los israelitas, guiados por Moisés, en su huida de Egipto, llegan ante las aguas del Mar Rojo. Detenidos por semejante obstáculo, el pueblo elegido es alcanzado por los egipcios. Sin embargo, por inspiración de D-os, Moisés extiende su mano sobre el mar, levantándose un fuerte viento que divide las aguas. De este modo los israelitas consiguen cruzar el Mar Rojo. Luego, cuando Moisés volvió a extender la mano sobre las aguas, éstas retornaron a su estado natural, sumergiendo por completo al faraón y su ejército, que se había lanzado a su persecución. Es un conocido pasaje que volverá a ser representado por Poussin en diversas ocasiones. La composición, de un tono épico, muestra a Moisés a la derecha, con la mano alzada, dando lugar al milagro. Repartido por toda la escena, el pueblo de Israel alza las manos en agradecimiento por la ayuda divina, al tiempo que se prepara para la marcha, portando sus pertenencias. Es en esta década, es cuando el artista consolida su maestría para el tratamiento de este tipo de escenas de gran tamaño.

Rebeca y Eliezer

Autor: Murillo.
Fecha: 1670.
Expuesto en: Museo del Prado en Madrid, España.
Características: 107 x 171 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Murillo recoge en esta escena el momento en que Rebeca ofrece agua al sediento Eliezer, mayoral de los rebaños de Abraham, cuando éste buscaba en Mesopotamia la mujer para Isaac. Rebeca es acompañada por tres mujeres, apareciendo una de ellas de espaldas mientras que al fondo se aprecia la caravana de camellos y un caballo. El naturalismo de las figuras dispuestas alrededor del pozo, los alegres colores de los ropajes, la expresividad de algunos gestos, la luz y atmósfera que impregna la composición hacen de esta obra una de las más interesantes de la etapa madura del pintor, alejado del claroscuro de la década de 1650. La facilidad a la hora de narrar un episodio sitúa a Murillo a la altura de Velázquez, convirtiéndose en los dos grandes maestros del Barroco español.

La fábula de Aracné (Las hilanderas)

Autor: Diego Velázquez.
Fecha: 1657.
Expuesto en: Museo del Prado en Madrid, España.
Características: 220 x 289 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Una de las obras más interesantes y enigmáticas del pintor, sobre todo en cuanto al tema, es La fábula de Aracné. En primer plano vemos cinco mujeres que preparan las lanas para la fabricación de tapices. Aracne sería la joven que se representa de espaldas al espectador, tejiendo su tapiz que es el que está representado al fondo de la estancia, mientras que la d-osa Atenea aparecería camuflada como la anciana que vemos en el primer plano, por lo que el pintor para darnos pistas de quien en realidad es, deja ver su pierna que no se corresponde con la edad del rostro de la mujer. Al fondo, detrás de ellas, aparecen otras cinco mujeres elegantemente vestidas, sobre un fondo de tapices. El cuadro recoge la fábula en la que la joven Aracné, al presumir de tejer como la diosa, es retada por Atenea a la confección de un tapiz. El jurado dictaminó un empate pero Atenea castigó a Aracné convirtiéndola en araña para que tejiera durante toda su vida. Poner el mensaje en un segundo plano es un juego típico del Barroco. El pintor ha sabido dar sensación de movimiento, como se aprecia en la rueca de la izquierda, cuyos radios no vemos y casi se escucha el zumbar de la rueda del torno de hilar; y en la figura de la derecha que devana la lana con tanta rapidez que parece que tiene seis dedos. También hay que destacar el efecto atmosférico, es decir, la sensación de que entre las figuras hay aire que distorsiona los contornos y hace que las figuras estén borrosas. La pincelada no puede ser más suelta, utilizando manchas como en el caso del gato o el rostro inacabado de la mujer del centro, que está a contraluz. La luz viene de la derecha, siendo admirable que con tan limitado colorido se obtenga esa excelente luminosidad. El artista consigue anticiparse al Impresionismo en 250 años.

Las Meninas o La familia de Felipe IV

Autor: Diego Velázquez.
Fecha: 1656.
Expuesto en: Museo del Prado en Madrid, España.
Características: 318 × 276 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Conocida popularmente desde el siglo XIX como Las Meninas, el cuadro fue titulado originalmente como La familia de Felipe IV y es la obra más importante del pintor español Diego Velázquez. El tema del cuadro parece trivial, la infanta Margarita y sus damitas de compañía (meninas en portugués) irrumpen en el estudio de Velázquez, que se encuentra pensativo y observa los modelos que se dispone a pintar. Nosotros podemos ser esos modelos ya que somos contemplados por Velázquez. Sin embargo, los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, a quienes vemos reflejados en el espejo del fondo, son las personas que el pintor retrata. Este cuadro plantea un estudio profundo del espacio. El pintor al introducir el elemento del espejo y del autorretrato, plantea tres dimensiones: la primera sería la de la estancia, lo que vemos en el cuadro, la segunda es la del autorretrato que sugiere la presencia del pintor en el mismo espacio del espectador, la tercera es la del espejo cuyo reflejo nos dice que los reyes están en una tercera dimensión que se encontraría entre el cuadro y el espectador. En cuanto a la técnica, el primer plano está inundado por un potente foco de luz que penetra desde la primera ventana de la derecha. La infanta está en el centro del grupo y parece flotar, ya que no vemos sus pies, ocultos en la sombra de su falda. Las figuras de segundo plano quedan en semipenumbra, mientras que en la parte del fondo encontramos un nuevo foco de luz, impactando sobre el aposentador que recorta su silueta sobre la escalera. Pero lo que verdaderamente nos impacta es la sensación atmosférica creada por el pintor, la llamada perspectiva aérea, que otorga profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes y difumina sus contornos, especialmente las figuras del fondo, que se aprecian con unos perfiles más imprecisos y colores menos intensos.

Jeremías lamenta la destrucción de Jerusalén

Autor: Rembrandt Van Rijn.
Fecha: 1630.
Expuesto en: Galería Nacional de Arte de los Países Bajos. Rijksmuseum, Ámsterdam.
Características: 58,3 x 46,6 cm.
Técnica: Óleo sobre madera.

Rembrandt sentía una especial predilección por las figuras de ancianos, representados de la manera más real posible. Esto hace pensar a algunos especialistas que Jeremías podría tratarse de la figura de su padre. El pintor representa al profeta Jeremías contemplando la destrucción de la ciudad de Jerusalén a manos de Nabucodonosor II, rey de Babilonia, en el año 586 a.C. El anciano profeta está sentado en unas rocas a las afueras de la ciudad, dejando apoyar su rostro triste y melancólico sobre su brazo izquierdo. Delante de él observamos una serie de tesoros que quizá pudo rescatar del templo de Salomón. Al fondo se aprecia la ciudad en llamas. La luz procedente del fuego ilumina en toda su extensión a la figura del anciano que mira con tristeza como su ciudad es pasto de las llamas. La zona donde la luz procedente del fuego no impacta se convierte en sombra, siguiendo la teoría tenebrista, inspirándose éste en Caravaggio. El naturalismo con el que Jeremías está representado, con la frente arrugada, el cabello largo y fino, las manos y el pie con la piel fláccida demuestra que Rembrandt se interesa por captar las figuras directamente al natural, lo que refuerza la hipótesis de que el modelo sea su padre.

Las Tres Gracias

Autor: Peter Paul Rubens.
Fecha: 1625-30.
Expuesto en: Museo del Prado de Madrid, España.
Tamaño: 221 x 181 cm.
Técnica: Óleo sobre tabla.

Las Tres Gracias es la obra más famosa de Rubens. Fue adquirida por Felipe IV entre los bienes del pintor, subastados tras su fallecimiento. El hecho de estar pintado sobre tabla indica la relación del maestro con la pintura flamenca antigua. Las Tres Gracias se llamaban Eufrosine, Talía y Anglae, eran las hijas de Zeus y Eurymone. Siempre aparecen desnudas ya que la belleza no necesita cubrirse. Son las representaciones de la amabilidad, la simpatía y la delicadeza. Las tres figuras están conectadas entre sí a través de los brazos, el velo y sus miradas; la sensación de movimiento y gracia que irradian las tres jóvenes es excelente, obteniendo el efecto de invitar al espectador a integrarse a la escena.

La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp

Autor: Rembrandt Van Rijn.
Fecha: 1632.
Expuesto en: Museo Mauritshuis. La Haya, Países Bajos.
Características: 169,5 x 216 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Es un excelente retrato de grupo encargado por el doctor Nicolaes Tulp el primer anatomista, en el que aparece representada una lección pública de anatomía, costumbre habitual de la época para demostrar la sabiduría de D-os al crear al hombre. Estas lecciones de anatomía se solían realizar una vez al año y eran todo un acontecimiento social, al que podían acudir estudiantes, colegas o público en general. El doctor está representado explicando la musculatura del brazo, alrededor del cadáver se sitúan siete alumnos del doctor que escuchan atentamente la lección, destacando el realismo de las figuras a través de sus expresiones: sorpresa, entusiasmo, atención... Las miradas de cada una de las figuras hablan por sí solas y hacen que el espectador se sienta protagonista también de la escena y se integre en la lección. Las figuras apiñadas en torno al cadáver suponen una novedad, ya que en los retratos de grupo anteriores, se pintaba a las personas en fila. Con el paso del tiempo, este lienzo ha constituido, un impresionante homenaje a los médicos del siglo XVII.

La ronda de nocturna

 Autor: Rembrandt Van Rijn.
 Fecha: 1642.
 Expuesto en: Galería Nacional de Arte de los Países Bajos. Rijksmuseum, Ámsterdam.
 Características: 363 x 437 cm.
 Técnica: Óleo sobre lienzo.

Obra maestra de la pintura universal. En ella aparece la milicia del capitán Frans Banning Cocq en el momento en el que éste da una orden a su oficial, indicado por el gesto de la mano y la boca abierta. Tras estas dos figuras aparecen los integrantes de la Compañía, que pagaron cien florines al pintor por el privilegio de mostrar sus cabezas entre las tropas integrantes de la Milicia que protege el bienestar y la libertad de los ciudadanos holandeses. La escena se desarrolla al aire libre, pero no de noche como reza el título sino que se oscureció con el paso del tiempo y por eso tiene en la actualidad ese aspecto nocturno; de hecho, hasta el siglo XIX no se la conoció como La Ronda de Noche, sino como La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willen van Ruytenburg. La representación de retratos de grupo era habitual en Amsterdam por aquellas fechas, pero ninguno supera a esta obra por el realismo con el que está pintada, captando a la perfección los rostros y las actitudes de todos los personajes, en una sensación de movimiento y de vida muy difícil de superar.

David y Goliat

Autor: Michelangelo Merisi (Caravaggio).
Fecha: 1599-1600
Expuesto en: Museo del Prado en Madrid, España.
Tamaño: 110 x 91 cm.
Técnica: Óleo sobre lienzo.

Caravaggio es el gran maestro del Naturalismo tenebrista. Su estilo caracteriza buena parte de las obras que se realizan en el Barroco. Las figuras de Caravaggio son siempre monumentales, realizadas con el mayor realismo posible. Estas figuras emergen de un fondo neutro muy oscuro gracias a unos potentes focos lumínicos que crean fuertes contrastes de luces y sombras, el conocido claroscuro tenebrista. El cuadro narra la historia bíblica de David contra Goliath. David acepta el desafío de Goliath y le vence con la honda, después se acerca, saca la espada del gigante y lo decapita. Caravaggio elige el momento en que el joven está atando la cabeza con un cordel para llevarla a las espaldas. Este momento no está en la Biblia sino que es una invención del artista. En esta obra Caravaggio da un paso más hacia el tenebrismo puro. El fondo es liso, casi negro, en contra de la lógica de la anécdota que sucede durante el día. Este artificio resalta el dramatismo de la escena. Simbólicamente se relaciona la belleza con el bien (David es un joven) y la fealdad con el mal (Goliath), además de representar la derrota de las fuerzas del mal, por el bien.